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Oh là là! París

Actualizado: 14 oct 2019

París es una ciudad que tiene algo especial e indescriptible. En París no importa que te pierdas, que te encuentres, que camines, que te sientes a descansar, porque cada calle, cada rincón tiene su encanto. Aunque ya había viajado a París en dos ocasiones, visitarla en pareja es completamente distinto. Ya sabéis lo que dicen: París es la ciudad del amor.


Día 1 - Llegada


El día antes de llegar a París había nevado en la zona, así que no sabíamos cómo nos íbamos a encontrar la ciudad. Aterrizamos en el aeropuerto de Beauvais a las cuatro de la tarde y a ambos lados de la pista se extendía un manto blanco de nieve. Sin embargo, cuanto más nos acercábamos a París en el bus, menos nieve se veía.

El bus nos dejó en Porte Maillot, al noroeste. Cogimos el metro y nos dirigimos al hotel (Ibis Paris Ornano Montmartre), en el barrio de Montmartre. Cuando llegamos al hotel ya se había hecho de noche, así que decidimos ir a pasear por Montmartre y cenar por la zona.

Montmartre se encuentra en el distrito 18 de París, al norte de la ciudad. Se trata de una colina en cuya cima se encuentra la Basílica de Sacré Coeur. Este barrio fue la cuna del impresionismo parisino en el siglo XIX y actualmente también se conoce como el Barrio de los Pintores. Este barrio es uno de los más encantadores de París, aunque al principio tenía mala fama por la gran cantidad de burdeles y cabarets que se abrieron en la zona. Hoy en día se ha transformado en un lugar muy atractivo de la capital.

Aprovechamos para ver la Basílica de Sacré Coeur de noche y las vistas panorámicas de París. Después visitamos la Plaza de los Pintores y bajamos por la Rue Norvins en dirección al Moulin de la Galette. De camino paramos a cenar en una crepería, nada mejor para comer en nuestra primera cena en Paris.

El Moulin de la Galette es un Molino situado entre las calles de Montmartre. Este molino fue construido en el siglo XVII cuando esta zona era zona de viñedos y pastos. Ahora es un lugar de interés turístico y, aunque está cerrado al público, bajo él hay uno de los restaurantes más famosos de la ciudad.

Seguimos bajando en dirección al Boulevard de Clichy, al que accedimos por la Rue Lepic. En este boulevard se encuentra uno de los iconos de Paris, el Moulin Rouge, un famoso cabaret construido en 1886 por un español, Josep Oller. Su color rojizo destaca en medio de este boulevard lleno de otros cabarets y luces de neón. Nos gustó mucho verlo de noche por su iluminación.


Moulin Rouge

En ese momento el cansancio nos estaba venciendo, así que nos dirigimos de nuevo al hotel para descansar y coger fuerzas para el primer día en París.


Día 2 – Museos


Después de un desayuno completo en el hotel, salimos de allí con fuerzas para patear todo lo que hiciese falta. Decidimos dedicarle el primer día a dos de los grandes museos de la ciudad: El Museo del Louvre y el Museo de Orsay.

Consejo: si eres menor de 26 años, la entrada a la mayoría de los museos, iglesias y otros lugares de interés turístico son gratuitos. Si no, aconsejamos coger el París Museum Pass. Nosotros lo cogimos de dos días porque íbamos a estar tres. Lo mejor de todo es que con este pase no tienes que hacer colas (si eres Europeo y menor de 26 tampoco tienes que hacer colas y no necesitas el pase). El Pass no incluye la subida a la Torre Eiffel así que decidimos dejar eso para el último día, cuando ya no nos valdría el Pass.

Nos bajamos del metro cerca del Ayuntamiento (Hôtel de Ville) para coger el pass y nos dirigimos al Louvre por la orilla del Sena. Llegamos al Louvre sobre las 11 y ya nos quedamos maravillados con su exterior. Es un edificio imponente con una pirámide de cristal enorme delante de él.

EL Museo del Louvre es uno de los museos más importantes del mundo. El edificio es un antiguo castillo del siglo XII que posteriormente se convirtió en palacio. Fu, un famoso cabaret construido en 1886 por un español, Josep Oller. Su color rojizo destaca n medio de este boulevard lleno de otros cabarets y luces de neón. Nos gustó mucho verlo de noche por su iluminación . e todo tipo: pintura occidental, esculturas griegas y egipcias, antigüedades orientales, artes del islam…


Museo del Louvre

Debido a la falta de tiempo restringimos nuestra visita a 3 horas, dedicándole el tiempo a las obras que nos interesaban más y a aquellas que es imprescindible visitar como la Gioconda, la Venus de Milo, La Libertad Guiando al Pueblo, La balsa de la Medusa, La Vitoria de Samotracia, Psique reanimada por el beso del amor o la momia.

Después de tres horas de pateo por dentro del Louvre, salimos para comer algo antes de ir al Museo de Orsay, situado justo en frente, cruzando el Sena. Comimos en un restaurante situado en la Rue du Bac, llamado Café de l’empire con buena comida y a buen precio.

Consejo: si queréis ahorrar algo de dinero en bebida, podéis pedir en cualquier restaurante de París une carafe à eau que es gratuita.

Después de reponer fuerzas, nos dirigimos al Museo de Orsay. Este museo está situado en la antigua estación de Orsay, construida para la Exposición Universal de París en 1900. Este edificio funcionó como estación de tren durante casi cuatro décadas. El edificio se convirtió en museo en 1977. En su interior destaca su techo abovedado de cristal y sus dos grandes relojes a cada extremo. En él podemos encontrar pinturas, esculturas, arte decorativo y fotografías. Lo que más nos gustó fue la colección de pinturas impresionistas. También es imprescindible sacarse una foto con las ventanas del reloj.


Museo de Orsay

Después de la visita al museo, decidimos ir a dar una vuelta por la zona del ayuntamiento, paseamos por la Rue de la Verrerie y la Rue de Rivoli. Como regalo de navidad, una de mis tías decidió regalarnos una cena en un barco mientras navegábamos a lo largo del Sena, así que nos dirigimos al puerto para tomar el barco. Fue un momento muy romántico y la comida estaba muy buena. Estuvo genial para tener una panorámica nocturna de los monumentos más emblemáticos de París, y, sobre todo, de la Torre Eiffel. Después del paseo, el barco se animó con música y la gente estuvo bailando un rato. Fue un momento muy especial.

El cansancio nos estaba venciendo y decidimos regresar al hotel. Había sido un gran primer día.


Día 3 - Montmartre e Île de la Cité


Nos despertamos con ganas de ver Montmartre de día, así que hacia allí nos dirigimos. Vimos las vistas de la ciudad desde Sacré Coeur de nuevo y fuimos hacia la Plaza de los Pintores o Place du Tertre. Esta plaza está llena de pintores que se ofrecen a hacer retratos a todo aquel que le apetezca. Está rodeada de cafeterías y restaurantes llenos de encanto. Seguimos bajando caminando otra vez en dirección al Moulin Rouge. Esta vez también paramos en el Muro de los Te Quiero, un muro enorme con la frase “Te Quiero” escrita en muchos idiomas. Nos gustó mucho callejear por esas calles y, sin duda, Montmartre se convirtió en uno de nuestros lugares favoritos de París.


Plaza de los Pintores

Después cogimos el metro para ir hacia la île de la Cité, donde se encuentran La Sainte Chapelle y Nôtre Dame.

La Sainte Chapelle es una iglesia gótica famosa por sus vidrieras, que nos dejaron impresionados nada más entrar en ella. Las 15 vidrieras de colores contienen más de mil escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Esta iglesia también contiene las reliquias más valiosas del cristianismo.

Después de visitar la Sainte Chapelle, decidimos ir a comer para descansar un rato, antes de visitar Nôtre Dame.


Vistas panorámicas desde Notre Dame

Nôtre Dame, también gótica, está situada en la Île de la Cité, y tuvimos suerte de visitarla antes de que ardiese el pasado abril. Se empezó a construir en el siglo XII y desde entonces ha sufrido cambios y se le han añadido elementos como la aguja central. Su fachada destaca por sus dos torres y el gran rosetón en el medio, además de sus famosas gárgolas situadas en todas las esquinas. En el interior lo que más me gustó es la luz y su gran órgano. Paseamos la catedral por dentro, parándonos en cada detalle y después, como no, nos dirigimos a uno de los laterales para subir a las torres y ver de cerca las famosas gárgolas.

Lo único malo de ir en enero a París es el frío, y en este momento lo sufrimos bastante. Dado que solo permitían subir a un número limitado de gente cada media hora tuvimos que hacer cola fuera. A la desesperada, decidimos comprar un vaso de vino caliente y eso ayudó un poco. Después de media hora de sufrimiento, nos dejaron subir.

Muchos escalones después, salimos al exterior de una de las torres. Desde allí, acompañados de las gárgolas, pudimos ver una vista panorámica de la ciudad con la Torre Eiffel al fondo. ¡Una pasada! Girándonos, se veía la aguja central, que fue destruida durante el último incendio.

Después de disfrutar de las vistas decidimos pasear por el Barrio Latino. Dimos una vuelta por el Boulevard de Saint Germain y llegamos a los Jardines de Luxemburgo. Cuando llegamos, estaban a punto de cerrar así que solo tuvimos tiempo de dar una vuelta rápida. Los Jardines de Luxemburgo es un parque donde se encuentra el Palacio de Luxemburgo, construido en el siglo XVII por orden de María de Medici y que servía como residencia secundaria de la corte.

El frío volvió a apoderarse de nosotros así que decidimos ir a tomar un chocolate caliente cerca de los jardines. El sitio merece mucho la pena, se llama Choco Factory y está situado en la Rue des Médicis. Cuando acabamos nuestro chocolate, ya se estaba haciendo de noche. Seguimos paseando y fuimos al barrio de les Halles y visitamos el centro Pompidou.

Nos habían dicho que la Torre Eiffel estaba cerrada y que no se podía subir, así que decidimos subir a la Torre de Montparnasse en su lugar. Las vistas de París de noche son impresionantes. Desde la torre pudimos ver el faro de la torre iluminar la ciudad entera. Cada vez que dan las en punto, la torre se ilumina durante unos minutos con unas luces parpadeantes. También tuvimos la ocasión de ver esto desde Montparnasse. Como alternativa a la Torre Eiffel, no estuvo nada mal.

Después de bajar de la torre decidimos ir a dar una vuelta por el Puente de Alejandro III y aprovechamos para ver el Petit Palais y el Grand Palais de noche.

Llegó la hora de cenar y, tras la recomendación de un amigo decidimos ir a cenar al Moulin de la Galette, en Montmartre. Aunque no nos quedaba a mano, la curiosidad nos pudo, y la verdad, la cena estaba riquísima. ¡Muy recomendable!

Con esta maravillosa cena pusimos fin a un día muy completo.


Día 4 – Campos Elíseos, Torre Eiffel, Jardin des Plantes y Barrio Latino


Dejamos para el último día la zona de la Torre Eiffel porque era el día que mejor tiempo iba a hacer. Empezamos la mañana paseando los Campos Elíseos, desde el Petit Palais hasta el Arco del Triunfo.


Arco del Triunfo

El Arco del Triunfo se empezó a construír a principios del siglo XIX por orden de Napoleón Bonaparte para celebrar la victoria en la Batalla de Austerlitz. Sobre los muros exteriores del arco están grabados los nombres de los grandes revolucionarios y las victorias conseguidas por Napoleón. Y en su interior se pueden encontrar grabados los nombres de los generales del Imperio Francés.

Desde el arco del triunfo seguimos hasta Trocadero por la Avenue Kléber. El paseo nos gustó muchísimo, pues, como dije antes, en París todas las calles tienen encanto. Sin embargo, lo más impresionante fue llegar a Trocadero y ver desde allí la Torre Eiffel imponente al otro lado del río.


Torre Eiffel

Dedicamos un buen rato a sacar fotos desde allí y después nos dirigimos boquiabiertos hasta los pies de la torre. Aunque no pudimos subir, desde abajo también se puede admirar su grandeza. La Torre Eiffel se construyó para la Expo Universal de París en 1889 y como conmemoración al centenario de la Revolución Francesa. Desde entonces se ha convertido en el emblema de la capital francesa. La Torre está hecha de hierro y tiene 300 metros de altura, el apellido del arquitecto le dio el nombre a la torre.

La Torre está situada a un extremo del Campo de Marte, a donde nos dirigimos después de admirarla y sacar las fotos correspondientes. Al final del Campo de Marte a la izquierda se encuentra Los Inválidos, edificio en el que está enterrado Napoleón. Después de dar una vuelta, nos entró el hambre y decidimos ir a comer. Comimos unas pizzas riquísimas en un restaurante italiano llamado Gioco París.

Después de comer, decidimos ir a visitar el Jardin des Plantes o Jardín Botánico. En él hay plantas de todo tipo y también un pequeño zoo con animales exóticos como serpientes, leopardos, osos…

A las cinco cerró y nos tuvimos que ir, así que fuimos a pasear el Barrio Latino de noche, ya que la noche anterior no habíamos tenido ocasión. En este barrio hay lugares con mucho encanto como la Librería Shakespeare and Company. Después de pasear toda la noche, el Barrio Latino también se convirtió en otro de nuestros rincones favoritos de París.


Librería en el Barrio Latino

Una amiga nos había recomendado una crepería para cenar, Créperie Genia, que al parecer es un lugar muy recurrido por turistas y residentes españoles. Menú crepe dulce, crepe salado y bebida ¡por 5 euros! Y además estaba riquísimo.

Ya que empezamos con crepes, no había mejor forma de cerrar el viaje que con crepes también. Esa noche volvimos al hotel con una mezcla de alegría y pena. Había sido un viaje increíble, pero todo lo bueno se acaba.

Aquí dejo un mapa con los sitios más importantes marcados.

Día 1: azul

Día 2: verde

Día 3: rojo

Día 4: naranja


Fotografías: Alán Insua

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