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El corazón de Filipinas: La Isla de Cebú

Actualizado: 14 oct 2019

Un paraíso en forma de miles de islas es lo que el mundo conoce como Filipinas. He estado en este país dos veces ya y estoy planeando una tercera, y si de algo estoy segura, es de que esa tercera no será la última. En esta entrada voy a hablar de mi reciente viaje a la isla de Cebú, situada en el centro del país.

Día 1 – Cebú City

El único aeropuerto de la isla se encuentra en el centro, junto a la capital: Cebú City. Esta ciudad ha sido un centro económico y comercial muy importante en el país tanto ahora como a lo largo de su historia. Cebú como ciudad no tiene nada especial, aun así decidimos dedicarle un día para explorarla un poco.

Cogimos un jeepney desde el hotel al casco antiguo. Los jeepneys son el transporte público local de Filipinas, son como camiones pequeños y bajitos a los que se sube por la parte trasera. El precio de este medio de transporte varía según la distancia recorrida, pero es siempre muy barato.

En el centro de Cebú City nos encontramos la Cruz de Magallanes, que es una cruz construida por Fernando de Magallanes cuando llegó al país para conmemorar la conversión al cristianismo de los habitantes.

No muy lejos de la cruz de Magallanes se encuentra la Basílica del Santo Niño de Cebú, construida durante el siglo XVI, muy conocida en la ciudad y muy bonita tanto por fuera como por dentro.

Después nos dirigimos al Fuerte de San Pedro que fue construido a mediados del siglo XVI como fuerte de defensa y de cobijo para la población ante los ataques por mar. A continuación Mercado del Carbón, un mercado local de comida, frutas y otros productos.

Decidimos seguir callejeando por la zona. Fuimos hasta el Parque de Magallanes y llegó la hora de cenar y volver al hotel. Al día siguiente cogimos un autobús a Moalboal, una de las zonas más famosas de la isla.

Día 2 – Moalboal

Los autobuses para ir a Moalboal salen desde la South Bus Terminal. Nos llevó más de tres horas llegar. Llegamos más o menos al centro de Moalboal a la hora de comer y cogimos un triciclo hasta el hotel. Los triciclos están por todas partes en Filipinas y el precio hay que regatearlo, por lo que son normalmente más caros que los jeepneys.

Llegamos al hotel Bamboo Huts y nos enseñaron nuestra pequeña caseta de bambú. Muy bonita aunque algo pequeña y sin baño, pero fue una experiencia muy divertida. Los dueños, muy amables, nos preguntaron si estábamos interesadas en hacer barranquismo al día siguiente, y dijimos que sí sin dudarlo. Nos acercamos a comer a un chiringuito en la playa llamado Veranda Kitchen and Bar. Volvimos a ese sitio un par de veces más porque se comía muy bien y además tenía buen ambiente.

Por la tarde decidimos ir a White Sand Beach en triciclo. La playa era una pasada: arena blanca, agua cristalina y palmeras alrededor, recomiendo dedicarle al menos una tarde. Aproveché para hacer snorkel y ver todo tipo de peces y corales preciosos sin necesidad de alejarme mucho de la playa. Nos dimos un par de chapuzones más y vimos el atardecer desde la playa. ¡Uno de mis momentos favoritos!

Nos dirigimos al chiringuito de la playa a tomar unas cervezas y cuando se hizo completamente de noche, fuimos a la zona de nuestro hotel a cenar. Después de cenar, volvimos al hotel porque al día siguiente nos recogerían a las 6 de la mañana para hacer barranquismo.

Día 3 – Kawasan Falls

Nos recogieron en el hotel a las seis de la mañana y nos llevaron en moto hasta la escuela que organizaba la excursión. El paseo en moto fue una pasada: las carreteras rodeadas de palmeras, pasando por playas impresionantes... ya solo por eso estaba mereciendo la pena. Llegamos a la escuela y nos dieron una clase teórica de seguridad. Después de firmar los papeles del seguro nos volvieron a llevar en moto hasta la cima de la montaña en la que empezaba nuestra aventura.

Llegamos caminando hasta el río y tocó tirarse por primera vez. El primer salto no fue muy alto y el agua estaba a una temperatura perfecta. Sin duda, lo mejor era el color cristalino del agua del río y el paisaje de alrededor, ¡estábamos en medio de la jungla!

Estuvimos tres horas bajando y saltando río abajo, cada salto un poco más complicado y por lo tanto, cada vez más divertido. El paisaje seguía dejándonos boquiabiertas a cada paso, e incluso llegamos a ver una iguana.

Como empezamos bastante pronto, no había mucha gente y pudimos hacer todos los saltos sin hacer cola.

En medio del recorrido por el río había una especie de lago con toboganes y cuerdas para saltar. Estuvimos disfrutando de la zona un rato antes de seguir nuestra travesía.

Llegamos al final, y nos enfrentamos a un salto de 11 metros, aunque se podía elegir no saltarlo. El salto daba a una especie de lago con una cascada en la que nos dejaron nadar un rato. Este sitio se conoce como Kawasan Falls y la verdad es que es un lugar de película.

Después de un rato nadando nos fuimos a comer y pusimos rumbo a Moalboal de nuevo, donde pasamos la tarde en la playa.

Después de relajarnos un rato en la playa, cenamos y nos fuimos a dormir, estábamos muy cansadas. Había sido un día agotador, pero había merecido la pena.

Día 4 – Oslob

Nos despertamos relativamente pronto para ir en bus a Oslob, nuestro siguiente destino. Llegamos un poco antes del mediodía al hotel Sugbo Leisure Lodge un hotel increíble a pie de playa y con una buena relación calidad precio. Nuestra habitación daba a una calita privada del hotel.

Nos dirigimos al centro de Oslob para conocerlo un poco y comer. Visitamos la Iglesia de la Inmaculada Concepción, el Baluarte y un antiguo Cuartel Español.

La Iglesia de la Inmaculada Concepción está dedicada a esta última, que es la patrona del pueblo. Se construyó durante el siglo XVII, fue quemada durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruida posteriormente.

El Cuartel fue construido por los españoles durante el siglo XIX y nunca fue acabado. El Baluarte se usaba como lugar de protección y vigilancia para los guardias también durante el siglo XIX.

Comimos en un restaurante llamado Paul and Madz Restaurant y volvimos al hotel para pasar la tarde a remojo en la calita.

Aprovechamos para organizar la excursión que queríamos hacer al día siguiente para ver los tiburones ballena y cenamos en el restaurante del hotel.

Día 5 – Tiburones Ballena y Tumalog Falls

Tocó madrugar de nuevo porque los tiburones ballena solo se acercan a la costa por la mañana. Nos despertamos a las cinco y vimos el amanecer desde el triciclo que nos llevó hasta el sitio en el que se organizaba la actividad.

Llegamos allí y ya había bastante gente a la cola. Nos explicaron las medidas de seguridad que son muy importantes para no hacer daño a los tiburones ballena (no se pueden llevar pendientes ni pulseras, no se puede usar crema solar y está prohibido acercarse más de dos metros a ellos)

Nos montamos en un pequeño barco y nos acercamos a la zona. Allí nos dieron unas gafas de bucear y nos dejaron saltar al mar. Y allí estaban, aquellos animales que medían más de dos metros de largo. Eran preciosos, sus puntitos blancos les daban un aspecto muy peculiar. Ellos nadaban muy cerca de nosotros para coger comida (son herbívoros), y aunque imponían bastante, su belleza hacía que te olvidases de su tamaño. Estuvimos nadando con ellos alrededor de media hora y nos mandaron volver a la costa. Este ha sido uno de las cosas más increíbles que he hecho en mi vida.

Volvimos a nuestro hotel para descansar un rato y comer. Después de comer decidimos ir a visitar las Tumalog Falls, unas cataratas situadas a unos 15 minutos en moto. Llegamos al sitio y en medio de una densa vegetación se encontraban las imponentes cataratas. El agua caía por unas gigantes rocas y unas plantas enormes de bambú crecían alrededor de las cataratas. ¡IMPRESIONANTES!

Nos acercamos hasta la zona donde caía el agua para sacarnos unas fotos y nos dejaron bañarnos en los lagos que se formaban a los pies. Pasamos allí un buen rato y, aunque teníamos pocas ganas, nos tocaba volver para coger el bus de vuelta a Cebú City. Nuestra visita a este paraíso llegaba a su fin. Pero como dije al principio, si algo tengo claro es que a Filipinas voy a volver, y más de una vez.

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